
Hay un concepto que detesto: la lucha contra el cáncer. Lo detesto porque pone toda la responsabilidad de la posible curación en los pacientes. Como si entre ellos y ellas hubieran ganadores, los supervivientes, y perdedores que no han luchado suficiente, los que mueren. Pero la lucha es muy diferente:
La división celular es un proceso con múltiples puntos de control que regulan cuándo y dónde debe suceder. En el cáncer, una célula pierde los puntos de control y empieza a dividirse descontroladamente.
La terapia contra el cáncer busca detener esta división celular descontrolada, añadiendo un nuevo punto de control, para evitar que dañe los tejidos y se propague. Pero estos puntos de control adicionales también afectan las células sanas. Por eso, los tejidos que más se dividen son los más afectados: el pelo, el sistema digestivo o el sistema inmunitario.
Hay veces que las células cancerígenas encuentran la manera de saltarse ese nuevo punto de control que proporciona la quimioterapia: se vuelven resistentes y reemprenden su proliferación. Además, es posible que los efectos secundarios que tiene la terapia sobre los tejidos sanos sean demasiado dañinos. En estas situaciones, es posible que no haya un plan B (o que este tampoco funcione), lo que no es una buena noticia.
No sabemos porque un tumor se vuelve resistente, pero lo que sí sabemos es que esto no depende del paciente, ni de su actitud contra la enfermedad. Así que no les hagamos cargar esta lucha sobre sus espaldas. La única lucha que logrará vencer al cáncer es la investigación: descubrir las causas por las que un tumor se vuelva resistente al tratamiento y cómo evitarlo. A los y las pacientes dejémosles vivir, ayudémosles a mantenerse vitales incluso cuando las noticias no son buenas, PORQUE ESA ES SU ÚNICA LUCHA.